Ya está,
hasta aquí hemos llegado, capítulo cinco y, como adelantamos en el título...
NO
HAY
SEXO
Lo único obsceno que podríamos hacer de momento sería
contentarnos con la típica rimita del número y reír como quinceañeras leyendo
la Súper Pop. Y NI ESO.
Nos sentimos timados. Estafados. Nos miramos entre nosotros
con cara de desilusión. Esperábamos más. Estábamos seguros de que, siendo un
libro de la índole de este nos encontraríamos antes con las escenas subiditas
de tono. Ahora entendemos por qué es porno para mamás.
Volvemos a nuestro trabajo, que es haceros llegar nuestras
impresiones sobre el capítulo y... La cosa empieza fuerte. Para poneros en
situación os recordaremos cómo acabó el último capítulo: Ana, con más litros de
alcohol en sangre que los canis de Gandía Shore, cae desmayada en medio de la
discoteca.
Pero, no, desgraciadamente no se da contra el suelo - como a todos
nos sucedería en la vida real - sino que acaba en brazos de Christian Grey
mientras Kate, su amiga, le pone el culo en pompa al hermano del susodicho. Ay,
Kate, Kate, ya intuíamos que tenías que tener algún pasado turbio como bailarina
de vídeos de reggaeton.
Pero, a lo que íbamos, y es al lugar donde amanece nuestra
adorada protagonista: el hotel
donde entrevistaron a Christian, vestida con su camiseta, sujetador, braguitas
poco sexys y sin... CALCETINES. Oh-dios-mío.
El Apocalipsis ha llegado. Porque todo el mundo lo sabe, despertar sin
calcetines es un signo demoníaco, bestial, de mal agüero. Y todo el mundo sabe
también que despertar con el olorcito rico rico de los calcetines después de
haberlos llevado puestos todo el día y toda la noche es lo que toda chica
respetable debería hacer. ¿O quizá E.L James nos esté dando un consejo de
verdad dándonos a entender que dormir con los calcetines hará que el olor de
los mismos aleje a cualquier psicópata pervertido que quiera acercársenos?
¿Alguien para comprobarlo? ¿No...? ¿Nadie? Vaya =(
Podríamos pararnos a describir un poco más esta asombrosa
escena, pero rápidamente E. L. James desvía nuestra atención cuando hace
aparecer a Christian Grey en la habitación vestido… con un chándal (ya había
tardado en sacar a la luz su ascendencia rumana, escondiendo debajo de la
camiseta los oros y el cobre que había ido a “pedir prestado” a las
instalaciones eléctricas del hotel. Sí, es un chiste racista del que la autora principal de esta entrada cofcofVirginiacofcof es la única responsable). Pero eso no es
lo mejor. Christian Grey ha sudado. UAU.
A Anastasia el sudor le parece una señal inequívoca de que está ante un macho de manada y, mientras a ella le da el juju
palmas, a nosotros se nos seca la boca. Pero más se nos seca cuando nuestra
protagonista inspira profundamente, en una intentona bastante poco disimulada
de disfrutar del olor corporal de nuestro sádico favorito. Ay, cochinota, que
te estás dejando en evidencia ya con los olores. Ni Coco Chanel.
Ya empezamos a ver venir los problemas de nuestra
protagonista y su, llamémoslo, autoinmolación, cuando... Dedos Largos, en un alarde de psicopatía alarmante,
la amenazan con no dejar que se siente en una semana. Una persona normal, botante y votante, habría soltado un par
de tacos, se hubiese dado la vuelta, y se hubiese largado, previa denuncia.
PERO NO. En vez de eso, la diosa interior inexistente (que deja más aún en
evidencia los problemas psicológicos de Anastasia) y con menos cociente
intelectual que nuestra protagonista, baila el baile del hula hula ante la
idea. Freud, amigo, si levantases la cabeza...
Te darías con la tapa del ataúd
*
http://www.instantsfun.es/badumtss/* (Consejo ETG: cuando os cargue la web, presionad el botón rojo)
Pero, tranquilos, dedicaremos una
entrada especial a esta diosa. Y otro pero,
OJO CUIDADO. E.L James nos tenía
completamente confundidos con su obra. Pensábamos que nos encontraríamos con un
argumento carente de tecnicismos (el “aséptico” ya nos dejó con la boca seca
unos cuantos capítulos) y completamente vacío. Pero no; nuestra autora enseña y
educa, en este caso, sobre biología, con esta Anastacita: “mi bulbo raquídeo ha
dejado de hacer sinapsis para que pueda respirar”. JAJAJAJA. Ni idea de lo que
eso significa, seguro, pero le ha quedado que ni pintado y ahora todos pensáis
que es más culta de lo que parece. JAJAJAJ. Inocentes...
Sin embargo, si os pensabais que
50
Sombras sólo os serviría para echaros las risas, estáis tan equivocados como la
pronunciación inglesa de Ana Botella. Porque éste es un libro más educativo que
los de texto del cole; tras un repaso a biología y neurociencia, James promueve
un estudio más profundo de la psicología de sus personajes. Esto es como
sacarse dos carreras.
¿Y en qué lo habréis notado? Os
preguntaréis: simple. El lado psicológico fluye cuando nuestra protagonista entra
en un bucle de interminables preguntas sobre lo que Christian Grey quiere
hacerle, sobre el secreto tan oscuro que oculta y que hará que no quiera volver
a verle nunca más.
Nosotros, con nuestro máster en “la universidad de
la calle” le gritamos al libro que lo que quiere es ponerla mirando p'a Cuenca,
que le va a dar leches hasta en el carnet de identidad. Pero Anastasia, como
cabezona que es, no nos escucha y sigue emperrada en que Christian forma parte
de alguna mafia china, o algo peor. Necesitamos un Ron Weasley que le diga que
necesita poner en orden sus prioridades.
El capítulo sigue decayendo (como no podría ser de
otra forma), pero nuestra lista de “peculiaridades” sobre Christian Grey en
aumento. ¿Hemos oído repaso por ahí?
-
Se echa ambientador
por el pecho para engatusar a Anastasia.
-
Le gusta el olor a
queso de los calcetines (nada se ha vuelto a saber de esos calcetines, seguro
que los ha guardado para él).
-
Quiere que Anastasia
engorde like never before porque no
puede tolerar que no coma. Eso nos gusta, CHRISTIAN LAS QUIERE CON CURVAS.
-
Tiene cierta tendencia
a justificar todas sus acciones con un “porque puedo”. (Desconocemos si, en la
versión inglesa, el “porque puedo” se acompaña con un inicial: “Bitch, please”).
-
Conoce la historia de
que si alguien se deja el pelo mojado, viene el coco y te hace un apaño, ya que
se pasa medio capítulo insistiendo en que Anastasia se lo seque después de la
ducha (¿éramos los únicos que esperábamos que se resbalase en la ducha y se
pegase la tollina del siglo? ¿No, verdad? ¿A qué le hubiese dado emoción a la
novela?). Ay picarón, que ya sabemos que quieres ser el único que le haga
apaños a la prota.
El nivel de sequedad de nuestra boca es cada vez
mayor. Nuestras hojas de anotaciones (porque todo el mundo sabe que somos unos
bloggers de nivel que cogen notas para hacer de sus entradas unos textos
completos y nutridos) están a rebosar, hasta los márgenes están completos.
Sudamos del esfuerzo para decidir qué merece la pena realmente o no... Y llega.
El momento que esperábamos.
NO, NO ES SEXO. Pesaos. Encima que vosotros no tenéis que leerlo
Pero empieza la diversión. Anastasia, su diosa y
su parte Shakira/pastor alemán vuelven a bailar el hula hula, el waka waka, el
call me maybe, el batuka, baila incluso dubstep sacudiéndose como una hojilla
al viento. ¿Que por qué? Sencillo: se queda sola en el baño, a punto de irse
con Grey a saber dónde, tiene que arreglarse y...
TIENE QUE LAVARSE LOS DIENTES.
Pero, el drama no acaba en los paluegos.
Y es que...
NO TIENE CEPILLO.
¿Y qué hace? Ponerse calentorra
USANDO EL CEPILLO DE DEDOS LARGOS.
¿Y lo mejor de todo? Que se siente
guay haciéndolo. Se tiente toh malota. De las del Bronx. Sólo le falta robarle
el cepillo y llevárselo, como ha hecho Don Olores Grey con sus calcetines. UAU.
Ante esto sólo nos queda crear una plataforma de
afectados por este capítulo, porque, seamos sinceros: ¿a quién le pone lavarse
con el cepillo de dientes de otra persona? Ponerse su ropa, vale (aunque el
travestismo no suele estar del todo bien visto por el/la cónyuge) ¿pero
limpiarse con el mismo instrumento con el que
otro ha eliminado su MIERDA
BUCAL? Seguro que sólo lo recomienda ese 1 de cada 10 dentistas que nunca
parece estar satisfecho con la pasta Colgate.
Todo esto nos hubiese pasado
desapercibido si no fuese porque esa acción crea una perturbación en la Fuerza,
algo en el mundo hace
click. Lo que
se viene traduciendo en una escena entre triste y fogosa en el ascensor; entre
asquerosa y previsible; entre lamentable y “pegadnos un tiro para no seguir
sufriendo”.
Algo que se convierte en más esperpéntico si te imaginas a
Bertín y
Carmen de Mairena (os la facilitamos en un vídeo que nos ha pasado uno de
nuestros fans – Fer, no seas vergonzoso, te queremos:
http://www.youtube.com/watch?v=A2CpF0FFSwU)
dándose el lote como
there is no tomorrow en
el ascensor. Mejorable si añades como música ambiente el Mr. Policeman de
Leticia Sabater. INMEJORABLE si pegada al cristal del ascensor te imaginas a
Kristen Stewart observándote con cara de emoción (la misma que pone para cada
situación de su vida). Indescriptible, vaya.
¿Deberíamos sentirnos afortunados de que se
empiece la chicha del asunto, o quizá decepcionados porque ha tardado mucho en
empezar lo “interesante”? Nos frotamos las manos y nuestro bulbo raquídeo
vuelve a funcionar para poder respirar y pensar con claridad (¿A que queda
bien, eh?).
Estad atentos, esto continuará...