No obstante, para los despistados como nosotros, aquí os rescatamos la entrada con la que comenzamos esta andanza (la cual también podéis encontrar en: http://eltraumagrey.blogspot.com.es/)
Desde que lo leí, quiero hacerlo con mi marido a todas horas para fantasear con el Grey ese – Conchi, 40 años.
Esa trilogía me cambió la vida. Ahora, la fusta es una más en mis relaciones. Aunque tengo pocas últimamente. Bueno, no tengo ninguna. Nadie quiere que la arree con la fusta – Miguel, 25 años
Dulcinea debería haber sido más como Anastasia - Cervantes
La mejor trilogía del mundo. Desprende pasión, erotismo y más pasión y más erotismo y muchísimo erotismo. No llega al nivel de Crepúsculo, pero la intención es lo que cuenta. ¡Leed mis libros! – Stephenie Meyer, recomendando otras obras de tinte romántico desde siempre.
Hay una pregunta que nadie se hace y nos encantaría
responder: ¿qué puede llevar a tres personajes de veinte años a enfrascarse en
la lectura de Cincuenta sombras de Grey sin sobornos ni medicación de por medio? En nuestro
caso en particular, no tenemos ni idea.
Parece ser que nuestra enajenación mental permanente no es la causa; ya que, a cinco días de comenzar nuestro reto personal, comenzamos
a arrepentirnos de aquel desafío que nos propusimos estando completa, absoluta
y rematadamente sobrios.
La idea surgió de la nada, aunque Freud nos ha comentado
algo por WhatsApp sobre nuestro deseo encubierto de leer LA novela, catalogada como “porno
para mamás”. Nuestra explicación es que nosotros, bajo ningún concepto,
deseamos algo similar; sino que, al igual que a nuestras madres les gusta
controlar lo que leemos, creemos absolutamente necesario saber en qué clase de
oscuras novelas basan sus fantasías. Aunque, a ver, las madres, como todos sabemos, son
seres asexuales que nunca tienen deseo. Al menos, no respecto a nuestros
padres. Es mejor pensar que nacimos de una probeta, nos trajo la cigüeña o nos recogieron de un contenedor. ¡Dejad ya el tema, joder!
La primera idea loca de esta nuestra encantadora animadora
(que no participa en el proyecto porque - citamos textualmente - ese libro seguro que es una mierda y sabéis que os respeto y admiro con todo mi corazón, pero yo soy más de clásicos como Los Cinco o Un verano en vaqueros) fue que hiciéramos un videoblog, algo que descartamos desde el minuto uno por el poco
respeto que le tenemos a nuestra integridad física y moral (y por el hecho de
que el día de mañana podemos destruir este blog sin previo aviso, borrar este
capítulo de nuestras vidas fingiendo que nunca ha sucedido y cortar toda
relación con nuestro círculo de amigos) en un alarde de lo que hemos
denominado: “queremos preservar nuestra autoestima en el máximo de lo posible o intentar forjarnos una”.
Sin embargo, el paso más difícil de llevar a cabo fue, sin
duda, hacernos con el libro. ¿Cómo podríamos tener esa joya en nuestras
manos sin sufrir un ataque de lo que hemos denominado: VERGÜENZA AJENA?
Opción a: comprarlo y darle dinero a – pausa para buscar en
Wikipedia - E. L. James (AKA la autora). En realidad, éste fue un tema controvertido, ya que hablamos
de una mujer que ha obsequiado al mundo con citas célebres como: "Esta
obra es mi crisis de mediana edad, con mayúsculas" lo que deja
patente que puede merecer una subvención y, quizá, forrando el libro con
una plancha de acero para que nadie viera el título, el problema podría
estar solucionado (tampoco nos vamos a meter a comentar lo incómodo que
podría ser llevar semejante peso en el bolso. Ya visteis cómo dejaron a
los de Loewe cuando se los pusieron en la cabeza). No obstante, también
somos conscientes de que nos
encontramos en un período de crisis en el que hay que ahorrar cada
céntimo y,
ver este libro en nuestras estanterías y saber que es nuestro, no podía
ser más
que el desencadenante de un trauma permanente.
Opción b: cogerlo en la biblioteca y arriesgarse a una
sesión de guiño-guiño-codazo-patada entre los bibliotecarios de turno, así como a no poder mirar a los susodichos ni cuando nos los encontráramos
en la cola del pan. Imaginad que nos señalan con un dedo acusador gritando:
“estos leen las sombras esas”. Seguro que queda reflejado en el currículum.
Opción c: meterlo en el Ebook y cambiar a una obra clásica
cuando alguien se sentase a nuestro lado. Como habréis adivinado, ésta
es la
opción más atractiva. Pensadlo: vais en el metro, con vuestras sombras y
llegáis a un momento álgido (sí, esos en los que follan, que son en los
que está centrada la trama) pero se sienta al lado una señora que
presentís que no va a aceptar vuestros hábitos de lectura. ¿Qué hacéis?
¿Pasáis de la opinión de la señora porque tenéis muy claro que a ella
no tiene que importarle lo que leéis aunque esté desgañitándose el
cuello para verlo? ¡NO! Cambiáis a vuestro ejemplar electrónico de Anna Karenina, que ni sabéis quién es, ni os ha dado tiempo a buscar el argumento en la Wikipedia, pero han hecho una
peli sobre ella y sabéis que eso os va a hacer quedar bien.
En definitiva, nuestro trauma comenzará el día 1 y
desconocemos cuándo terminará. El objetivo de todo esto es ir narrando nuestras
impresiones para no sufrir la lectura como los forúnculos: en silencio.
Mientras tanto, os dejamos imágenes para que, en próximas
entregas, os podáis imaginar al señor Gris tal y como lo hacemos nosotros:
JAJAJAJAJAJA Os habéis acojonado ¿eh? |
PD: Hablamos en plural porque sabemos que nos leen varias personas... todas a las que hemos pagado :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario