jueves, 29 de agosto de 2013

Capítulo 4: Pitbull te sujeta el pelo

Bienvenidos una vez más a este blog que perderá su fe como no llegue el sexo pronto. 

Ponemos los ojos en blanco al ver las páginas que llevamos leídas: ¡85! Y NI SIQUIERA se han besado. Parpadeamos repetidamente, hasta sentirnos llenos de éxtasis en la discoteca de Mentiras y gordas. Nos quitamos las lentillas antes de que pasen a formar parte de nuestra córnea.

Se nos seca la boca, pero hoy no es un problema de deshidratación, sino de juventud y ganas de quemar Madrid. Comprendednos ¿quién no iba a irse de fiesta un miércoles de agosto a una zona de lujo que no se puede comparar ni con Puerto Banús? Exacto, hablamos de Las Lonjas de Moratalaz: lugar por excelencia de peregrinación de canis refinados, es además el sitio de moda de las parejas de señores y señoras, en la horquilla de edad de las lectoras de 50 Sombras, que se atavían como si fuese Nochevieja, para perrear al son de la música de los jóvenes - porque ellos se sienten felices veinteañeros (cabeza de viejo, cuerpo de joven) - y acabar borrachos a base de daikiris, dándose el lote como unos adolescentes novicios en cualquier rincón. Un espectáculo digno de ver con una sangría Don Simón en la mano, para empaparse de las maravillosas y apasionadas historias de amor que sonrojarían hasta al mismísimo Christian Grey.


Como no queremos envidiaros con nuestra trepidante vida, volvemos a daros una sorpresa que carece de ser sorprendente. Como ya hiciésemos con el protagonista masculino de nuestra historia de sexo sin sexo preferida, y viendo la buena acogida que tuvo entre los enfermos fervientes seguidores que nos leen a diario, hemos optado por realizar ¡otra encuesta! 
Sí, como si no fuesen suficientes las que nos hacen por teléfono, en la puerta de nuestra casa, por Internet, en el móvil, en el metro, en la calle, en clase, en el trabajo y hasta en los hoteles.  
¡Ah, los hoteles! Esos lugares a los que uno va a descansar de la agobiante rutina y, cuando llega a su habitación de 30 metros cuadrados, huyendo del mundanal ruido y tedio de la gran urbe, se encuentra en el escritorio con un folio DIN A3 en el que pone “ENCUESTA DE SATISFACCIÓN DEL CLIENTE” en la que pones que todo te encanta para poder volver. Porque, reconozcámoslo, sólo has venido por el buffet libre del restaurante y la playa, que para eso has estado seis horas de viaje a Valencia, metido en atascos insufribles y has resistido el impulso de tirar por la ventanilla al meón/meona de la familia, que tenía que parar cada vez que arrancabas el motor de tu Seiscientos.

Sin más dilación os dejamos con el reparto femenino de estrellas que dejaría en bragas al mismísimo Paseo de la Fama de Hollywood:

-         Kristen Stewart: Como sabéis, la protagonista, Ana, tiene demasiadas similitudes con el papel que nuestra actriz favorita encarnaba en la profunda y filosófica obra “Crepúsculo” escrita por Platón  Stephenie Meyer, y llevada al cine por algún mamarracho  gran visionario de la industria.  ¿Pero qué similitudes tienen las dos? Os preguntaréis... sólo las mentes más despiertas pueden verlas: Bella Swan es torpe, desaliñada, por supuesto VIRGEN Y ABSTEMIA y no sabe hablar con el guapísimo y misterioso Grey-Pattattinson. ¿Plagio? ¿Qué plagio? El día que E. L. James plagie algo, Lucía Etxebarría participará en un reality show.
En definitiva, este papel en nuestra imaginación sería la oportunidad de Kristen, su salto definitivo a la fama, lo que le permitiría mostrar sus dotes de actuación (no en vano la llaman “La mujer de las mil caras”). Además ¡ayudaríais a otro personaje muy querido en la industria! ¡Su dobladora! Por fin ésta mostraría su saber hacer ante los quejidos guturales que emite Stewart cuando supuestamente tiene que hablar. ¿Y qué mejor papel para gruñir que éste de sexo sin sexo?

-         Carmen De Mairena: La gran diva del espectáculo de España pretende dar el salto a la gran pantalla de nuestro blog. Carmen, que  lleva a sus espaldas años de actuaciones en clubes nocturnos de Barcelona, cuenta con sobrada ventaja. Es conocida por la tercera edad por culpa de la factoría de frikis por excelencia: “Crónicas Marcianas”; esa gran producción en la que nos mostró sus cualidades, a saber: sus dos pechos seniles y su movimiento de lengua.
Poetisa chabacana del siglo veintiuno encuadrada en el movimiento postmoderno y metida a política en su ciudad natal (dónde cosechó más votos que la secta rosa de Rosa Díez, UPyD) quiere seguir en la línea de mostrar más talento que el derrochado en un vídeo porno con Dinio. Su gran frase en el film: “Que electricista ni que electricista que tengo el chichi echando chispas” nos hace sentir que es idónea para el papel. ¿No se os ponen los pelos de punta cuando pensáis en votarla?

-         Leticia Sabater: Leticia se merece una décima otra oportunidad. Sobre todo tras lo bien lo hizo educando a la generación de niños de comienzos de los años noventa (AKA Los autores del Blog) con sus grandes bailes y canciones como el “Letirap” y sus frases molonguis como “Al mediodía, alegría” u “Okey Okey, Makey”. Pero tras su éxito con la muchachada, a falta de una buena dosis de fama, la buena de Leticia se echó a perder y se dedicó a vagabundear por programas de baja calaña, acabando por adquirir un más que notable y hermoso estrabismo. Después, cuando todos creíamos que estaba muerta y enterrada en una zanja, volvió al mundo de la música con un single súper sensual titulado “Mister Policeman” en el que hace de prostimita a las bailarinas de los videoclips de reggeaton, o a Miley Cyrus (esa chica que está para el desguace y que, inexplicablemente, pone cachondos a los hombres). Lo que la hace idónea para nuestra encuesta es su baile sin freno y lleno de lujuria en el mencionado single, en una piscina rodeada de culturistas en la que saltaba hasta que se le veían los píxeles del pecho, tarareando una letra que sería la BSO de cualquier musical del momento. Por todo ello y porque no tiene novio, confiamos en sus dotes de actriz y en su necesidad sexual para clavar este papel tan juvenil, tronquis.

-         Rosa Díez: La sucedáneo de fascista política vestida de rosa se merece un respeto y una profesión de verdad, para poder sentirse realizada entre tontería y tontería que sale de su boca. Su candidatura se ha antepuesto a la de otros pesos pesados del politiqueo, como Cospedal, gracias a que unos de los componente de nuestro equipo se ha leído dos capítulos del libro de Díez.
Su reflexión: me propuse leérmelo entero junto al de 50 sombras, llamadme loco, podéis hacerme una estatua de oro si queréis. Pero esto sólo ha conseguido alimentar mi odio hacia ese ser que... *censurado*.
Además, nos hemos visto obligados a ofrecerle el puesto, ya que su partido aboga por la igualdad ¿y qué mejor igualdad que  equipararse a su gran amigo, actor y aún mejor político Toni Cantó (cuya carrera es fulgurante)? ¿No os imagináis a Rosa Díez con un vestido de Ágata Ruiz de la Prada completamente rosa en la alfombra roja de los Óscar, intentando ligar con George Clooney?  Nosotros tampoco. Sólo por esa imagen, merece vuestro voto.

-         Isabel Pantoja: Necesitábamos a una folclórica entre nuestras candidatas pero, como ya se han muerto la mayoría, tenemos que tirar de las rebeldes sin causa ante la justicia. Exacto, como bien habéis leído en el subrayado, nos referimos a La Panto, esa mujer que no se afeita el bigote since 1975. Gran cantante de renombre, conocida en las américas y las áfricas, representa la Marca España a la perfección: flamenco, cortijos en Andalucía, amores con toreros, hijos gordos que se meten a DJ, noviazgos con políticos y blanqueo de dinero. Ella es un concentrado de lo que España quiere mostrarle al mundo y, si ese mundo, los señores policías y la candidatura a los Juegos Olímpicos de 2020 que es una oda a las chanclas nos lo permiten, haremos que también deslumbre con su arte y sus bailes a toda una generación de amantes del sadomasoquismo mal contado. Porque sabemos que, aunque su compañero en ésta aventura fílmica no sea el gran galán Julián Muñoz, le echará todo su arrojo y pasión, cantando aquella de “Marinero de luces” como banda sonora de su primera penetración. ¿Os la queréis perder?

¡UAU! ¡GUAU! ¡SÍ, TRONQUIS!

Y ahora, vamos al tajo. Esta vez no pensamos hacer un flashback sobre lo ocurrido anteriormente - podéis iros a los otros capítulos en el blog (¡vagos! Bueno, sí, vagos nosotros, pero es nuestro blog y esto nunca ha sido una democracia) - porque nos encontramos realmente emocionados con el clímax final con el que os abandonamos en la entrada anterior. 
Recordad que dejamos a Ana a punto de ser atropellada por un ciclista A TODA VELOCIDAD y que Grey, tan caballeroso él, la agarró para salvarla la vida y ahora están boca a boca, muy cerquita y sin besarse. Plastastasia sigue siendo virgen de beso.
Este nuevo capítulo empieza con la parte pastor alemán de Ana saliendo a relucir a la par que ella jadea para sus adentros cual perra en celo demandando un beso. Sin embargo, contra todo pronóstico, y para alargar más esta insufrible trama, Grey, muy sabio y contenido, ferviente seguidor del halo de castidad de los Jonas Brothers, la aparta a tiempo. Ante este despertar hormonal acompañado con demasiado contacto físico de sopetón, ella sólo puede hacer su gesto favorito: FRUNCIR EL CEÑO. Este gesto mágico acompaña su zambullida en la adolescencia, haciendo que nuestra guapa protagonista pase repentinamente por una fase que todo crío de los noventa ha sufrido: la vena emo. Así asistimos a pensamientos como: que no la quiere, que no le gusta, que no le hace una tortilla de espárragos... Hasta que el misterioso Grey insulta al ciclista y le amenaza con quitarle dos puntos del carné (recordemos que ahora tiene un contacto estrecho con la DGT).

De este modo, lo que vosotros veis como una escena de tensión sexual muy mal resuelta, nosotros lo vemos como el germen de una protesta ciudadana, la antesala a una nueva era de manifestaciones, ya que E. L. ha tirado a lo fácil. Y os preguntaréis ¿qué es lo fácil? ¿Crear una escena insulsa para martirizarnos con esta obra infernal sin motivo alguno, sólo para que sus más que mascados y regurgitados personajes, nada originales, estén pegados el uno al otro durante cinco páginas? No.
Lo fácil es meterse con las minorías: la minoría de los ciclistas. ¿Que hubiera sido más fácil escribir que se trataba de un coche o que Ana se cortaba con un abrelatas? ¡Mentira! Ha ido a matar al sector débil, porque nosotros estamos con el ciclista. Nos imaginamos al pobre Pancho, montado en su bicicleta pagada a plazos, obligado a conducirla en una ciudad donde el carril bici es inexistente (para que os hagáis una idea, como los de España, un centímetro más, un centímetro menos) ya que la clase política, que aboga por la "movilidad sostenible" se ha dedicado a recortar en educación, aprovechando a un profesor en paro para que trace con tiza EL PUÑETERO CARRIL BICI. Así que no, E. L. James, ni se te ocurra hacernos pensar que el pobre ciclista iba por la dirección equivocada y por el arcén cuando has creado un personaje femenino tan patético que SEGURO QUE HABÍA IRRUMPIDO EN LA DIRECCIÓN DE NUESTRO COLEGA PANCHO, JODER.

Pero, a lo que íbamos, como era de esperar, Anastasia, como siempre que se encuentra en una situación medianamente comprometida, decide huir y acaba llorando como una cría y sentada, en búsqueda del pudor, en el suelo de un párking. Probablemente no haya cosa más asquerosa que el suelo de un párking: con las pisadas de la gente, las huellas de los neumáticos, el aceite de los coches y la fauna urbana que se pasea por su superficie; además de que es el lugar idóneo para vivir una peli de miedo,  y Trending Topic en sitios visitados por violadores en serie. Sin embargo, Ana opina que es el emplazamiento perfecto para contar sus traumas infantiles nada sorprendentes: era el Patito Feo del colegio (desconocemos si se parecía a la niña de la serie homónima, aunque Las Divinas le podrían haber dado un toque musical, chispeante y divertido a esta obra infumable), lo que fomentaba que nadie la quisiera para jugar porque, para más INRI, tenía y tiene menos coordinación que un salmón bailando hip-hop. También intenta dar pena recordando que una vez se enamoró de un chico en la clase de química, por lo que podemos declarar que le gustan RARITOS. Ya sabéis, chicas, si no os gusta el quarterback del instituto y sí el jefe del equipo de debate, más os vale replantearos vuestra vida sentimental. Es un nuevo consejo de E. L. ft. El FROM.

Después, asistimos al momento verdulera que todos estabais esperando: la charla surrealista con Kate quien,  por si no lo recordáis, también muy guapa y muy profunda, también conocida como “Santa Inquisidora” por realizar preguntas incómodas como "¿Qué tal tu cita con Grey?".  Lo peor de la conversación es que, como todo el libro, decae aún más al final; aunque empieza muy bien con un “hijo de puta”, todo queda en agua de borrajas.

Con esto, nos vemos obligados a hacer un paréntesis dirigido a los hombres heterosexuales que tenéis el honor de leer la obra: las conversaciones entre mujeres NO son tan aburridas, llenas de clichés o vacías como las que se retratan aquí, en las que no se habla de nada o se utilizan símiles con la mitología para parecer intelectuales (como es el caso de Ícaro. Grabadlo bien en vuestra memoria, porque lo repite tanto que el propio Ícaro se vuelve un personaje principal).
En realidad, las verdaderas conversaciones entre mujeres sobre temas de este calibre estarían llenas de insultos varios, "tienes razón, tía, es un gilipollas" repetidos a cada palabra y frases muy profundas llenas de insultos subliminales con las que sería imposible no identificarse.

Siguiendo con la lectura, encontramos un párrafo dedicado exclusivamente a un sueño de Ana, gracias al que se pone de manifiesto, nuevamente, su estado mental ¿quién no ha deseado soñar alguna vez con dibujos de hojas en la espuma de la leche? ¿Y quién no desearía - tras leer este bodrio - que en realidad toda la vida de Ana fuera un sueño y se encontrase para siempre dormida en el párking, encerrada en una escena de cine gore?
Pero no, precisamente nuestros sueños no se hacen realidad y Anastasia por fin acaba los exámenes (¿habrá utilizado aséptico en su última redacción?), recibiendo como regalo en su propia casa un paquete muy misterioso que abre, sin pensar por un segundo que puede ser una bomba para acabar con su vida (bastante probable) o un nido de gusanos (menos improbable). Sin embargo, nuestro gozo se hunde en un pozo cuando el regalo resulta ser de Grey - un psicópata primario que, de repente, ha averiguado la dirección de su casa, pero es majo porque le manda regalos. ¿Reaccionaría igual si en vez de Dedos Largos fuera un adolescente con granos? - ¡y, sorpresa! ¡Son unas primeras ediciones del libro favorito de Anastasia! (Lo que demuestra que no entiende a su nueva presa para nada, ya que le podría haber regalado un suministro de por vida de té y haber quedado como un rey. Aunque para ello tendría que haberse disculpado primero, ya entendéis).

Hasta que llegamos... ¡AL MEOLLO DEL CAPÍTULO! La fiesta que acontece en el Bar Paco - o un club de carretera similar con un cártel con luces de neón rojas en la fachada - en el que nuestras chicas, acompañadas del nuevo Jacob y amigos a los que nunca han mencionado, van a celebrar que ya son graduadas y que pueden botar, votar y hacer volteretas. Es entonces cuando nuestra protagonista, abstemia hasta que se demostró lo contrario - se pone sorprendentemente borracha en un acto de intachable madurez, siendo la típica borracha de "un día es un día" y nos revela un gran secreto: su amigo se llama José Luis Rodríguez. 
Como sospechamos que esta identidad puede ser el germen de otra nueva ola de manifestaciones, decidimos investigar cuáles son las oscuras intenciones de E. L. al escoger ese apellido y no otro, recurriendo a la fiable Wikipedia. Ésta nos remite a José Luis Rodríguez Zapatero y a José Luis Rodríguez “El Puma”.
Asimismo, descubrimos que numerosos estudios avalados por la Universidad de Cambridge demuestran que Zapatero y “El Puma” son la misma persona y conforman un ente que sufre de doble personalidad y que no se descarta que en un futuro empiece una nueva vida como submarinista en las Islas Marianas.

Tras estos descubrimientos impactantes, dignos de La nave del misterio, decidimos volver a la lectura y no nos da tiempo a recuperarnos, ya que nos encontramos de sopetón con que Ana...

VA SOLA AL BAÑO  





EN ESTADO DE EMBRIAGUEZ 







SEGURAMENTE ES UN HOMBRE 





JAJAJAJA ¿OS LO IMAGINÁIS? AHÍ SÍ QUE GREY DISFRUTARÍA POR EL LADO DE LAS SOMBRAS JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA








pero eso no es lo importante, sino que realiza un Epic Fail y llama a Christian, echándole en cara todo lo que jamás le pensaba decir y culminando en una discusión tan terrible como un capítulo de los Teletubbies zanjada con un "voy a buscarte" por parte del macho de la manada quien, recordemos: SIGUE SIN TENER NINGUNA  PISTA CLARA SOBRE DÓNDE SE ENCUENTRA ELLA. Sin embargo, nosotros hemos sido capaces de descubrir la verdad en un especial de investigación que hemos titulado: 50 Sombras, detrás de las cámaras. Como cabía esperar, lo que sucede realmente en esta escena es que, en realidad, Ana está sentada en el váter y ha tecleado un número al azar de los que escriben en las puertas de los retretes, justo el que estaba debajo de la descripción: “Papi Camionero para niñato pasivo, zona Toledo”.

Finalmente, Ana que va más pedo que Alfredo (o no, porque según una fuente verídica en las Fallas de Valencia, Alfredo dijo que él iba más borracho) sale al fresco con su silla de madera, su vestido negro, su flor en el pelo, y un mantón para no pasar frío (o, al menos, así sucedería si votaseis a La Pantoja) y, entonces... el chico de triple personalidad Zapatero-Puma LA INTENTA BESAR (insertar aquí la BSO de Origen para más impacto). 
Pero como os llevamos comentando desde el primer momento, Ana no es una fresca cualquiera y se resiste bastante; sin embargo, su amigo José, cuya nueva identidad ahora es violador de tercera, la sujeta muy fuerte para que no huya hasta que ¡SORPRESA!... aparece Grey en el momento justo con pose de John Wayne y un tono de voz grave que acaricia una frase más dura que una piedra: “Creo que la señorita ha dicho que no", haciendo huir al peligroso atacante tras un duelo de... MIRADAS.



UAU.  




¡NO, ESPERAD! Que este giro de la trama que todos nos esperábamos no acaba aquí, porque el verdadero punto álgido llega cuando Ana echa la pota delante de su Príncipe Dedos Largos y él, en un acto de amor, utiliza esos dedos para sujetarla el pelo (no, el púbico no), hasta que rave de una vez por todas el champán, el margarita y la cerveza. Porque, en efecto, todo el mundo sabe lo bueno que es mezclar la primera vez que uno se quiere emborrachar.
Asimismo, no podemos evitar hacer un símil entre nuestro amado protagonista, y nuestro amado cantante Pitbull (GUAU, UAU). ¿No os habéis dado cuenta de que Grey y él están en todas partes?: en los bares, en las casas, tocándole el culo a modelos en las playas... Pero si en algo le supera con creces nuestro cantante favorito, es que Pit sirve para todas las ocasiones, bodas y bautizos. Todo el mundo lo sabe. ¿Que estás triste? ¡La música de Pitbull te anima! ¿Que estás on fire? ¡Pitbull Te lleva al éxtasis! ¿Que estás vomitando? ¡Pitbull te sujeta el pelo!

Tras este bochornoso espectáculo, que, por cierto ,es mucho más leve que la que se lía en los botellones de los adolescentes en El Lago, nos percatamos de que Grey no tiene suficiente con acosar a Torpe Steele, así que lleva a su hermano Elliot para que acose a la amiga de ésta, la “Santa Inqusidora” Kate; algo que no tiene ni pies ni cabeza, pero permite crear otra pareja que va a carecer de total importancia a lo largo de la trama.

En la cumbre de lo irreal, nuestra pareja vuelve al bar-disco-móvil para que la enamorada de nuestro psicópata favorito beba un vaso de agua (detallazo) y de golpe y porrazo se ponen a realizar una actividad que toda persona que acaba de vomitar llevaría a cabo sin dudar: bailar en la pista. El punto que le falta al capítulo, bueno, uno de los muchos puntos, es no saber qué canción estarían escuchando ¿“Danza Kuduro”, “Te pintaron pajaritos en el aire”, “Caliente”, “Pegadito, suavecito” o acaso los estadounidenses huyen de éstas canciones que rompen esquemas y se postulan como el gran legado de la humanidad? 
Pero dejémonos de dudas existenciales, porque E. L. nos obsequia con una nueva enseñanza: Fingers sabe bailar y Platastasia recuerda una cita de su madre, cosecha de James: “Nunca te fíes de un hombre que baile bien”. Nosotros añadiríamos otra: “No te fíes de un hombre que te sujeta la puerta ... o el pelo, a no ser que sea Pitbull. Si es él, sí. Y huye si al que vomitas es a tu padre".

Finalmente, este  capítulo cuenta con un plus para adolescente ¡las tácticas de ligoteo de Kate, patrocinados por la revista Bravo y Leticia Sabater en un intento de ser ganadora! Si queréis llevaros a todos los tíos de la disco, chicas, poned el culo en pompa dentro de vuestros vaqueros ajustados y pareced esas modelos semidesnudas de los videoclips de raperos del Bronx.
Pero cuidado ¡si os ve vuestra madre, seguramente querrá daros una charla sobre sexo seguro! Algo acerca de niños que trae la cigüeña de París o que la Torre Eiffel es un símbolo fálico.
¿Y mientras tanto? ¿Dónde está Bella 2.0? ¿Ha puesto también el culo en pompa? ¿Sigue vomitando en medio de la pista? ¡NO! Ella se encuentra on fire ¡en lo más alto! De lo que nos enteramos gracias a la capacidad de redacción de E.L., llena de descripciones que haría un niño de catorce años cuando entra por primera vez en Kapi Light, viviendo en su burbuja y hablando de las luces de colores; aunque, como Ana es una borracha pero ¡eh, ante todo graduada! piensa también en los sistemas de refracción de la luz, en los colores RGB, en las teorías de Newton y Huygens y un largo etcétera científico no apto para mezclarlo con éste libro, y súbitamente en un nada forzado giro de guion Ana se desmaya. En los brazos de Grey.

¿Dónde se ha metido Jacob?

¡Recordad que nuestra votación masculina sigue abierta! ¿Si tu favorito es Bertín... vas a dejar que siga en cabeza con esa ventaja tan pequeña? ¿Crees que Pipi es el verdadero macho ibérico y desearías imaginártelo en una escena más caliente que la Patata del Gran Prix? ¿Opinas que Hugh merece el castigo de aparecer en este blog y en la imaginación de miles de lectores que no nos leen? ¿Crees que El Fary debería resucitar para dar un verdadero salto a la fama en un musical lleno de amor y zombis? ¿Crees que el mundo se ha olvidado de Pattattinson y merece una nueva oportunidad para demostrarnos que tiene más de Cedric que de Cullen?¡Tienes hasta el 1 de septiembre

sábado, 24 de agosto de 2013

Capítulo 3: ¿Manos cortas o dedos largos?

Bienvenidos a una nueva entrega de nuestro trauma particular. Si vosotros tenéis la impresión de que esto no va a acabarse nunca ¡tranquilos! Nosotros la sentimos multiplicada por mil.
¡Pero no os preocupéis, porque seguimos vivos! Después de nuestro periodo de retiro, hemos venido con una idea que va a hacer que se os seque la boca. De hecho, se nos ha secado a nosotros.




Hemos bebido agua. Era un problema de hidratación.



Nuestra idea rocambolesca es ¡una encuesta! Y es que, devanándonos los sesos, hemos llegado a la conclusión de que la lectura se nos y os hará más amena si todos nos imaginamos a un Señor Dedos Largos, sí, pero al mismo dedos largos. Así que os proponemos que participéis en nuestro sondeo (situado en la columna de la derecha, en el que sólo hay que hacer click) y elijáis a uno de nuestros sex-symbols con el que deleitar nuestra imaginación. Porque nos debemos a vosotros, a nuestro público y a nuestro futuro Pulitzer. Los candidatos, que tan difícilmente hemos escogido son:

  •           El Fary resucitado: ¿no creéis que sería el candidato perfecto para 50 Sombras, el musical que eclipsó a ABBA?  Con su frescura, su talento y su fama ya adquirida tras años en el panorama musical, Broadway se le quedaría pequeño en dos semanas. ¡Un éxito de ventas asegurado con un toque español! (¿Y es que quién no ha imaginado sus relaciones sexuales al ritmo de “ay torito, ay torito guapo”?)
  •           Hugh Jackman: porque Hugh hace bien cualquier tipo de papel y ha mostrado ser un actor que está buenísimo para público de todas las edades de lo más versátil. Lo mismo hace de musculoso en películas de acción, que de musculoso en películas sobre aborígenes, que de padrazo musculoso en musicales.
  •           Roberto Pattattinson: aunque no nos hemos fijado en la longitud de sus dedos, no podía faltar en esta lista. No sé si os habéis fijado, pero Gris se parece sospechosamente a él en algunas cosas; no obstante aún no sabemos si va a casa de Anastasia a verla dormir. Que no os frene el problema de que brille a la luz del sol, hemos hablado con expertos y se podría eliminar con efectos especiales.
  •           Bertín Osborne: ¿quién no ha pensado en un verdadero macho ibérico al imaginarse al señor Sombras? ¿Y qué mejor ejemplo de macho que Bertín? ¡Ya basta de producto yanqui! Queremos realismo y queremos un truhán que le pueda calentar la oreja a Anastasia con una buena ranchera de vez en cuando.
  •           Pipi Estrada: otro señor de los pies a la cabeza, como el anterior. Éste, además, se encuentra realmente metido en la industria del porno, lo que le da puntos para la interpretación. Sólo ver su penetrante mirada en la imagen de los candidatos, hace que se nos erice el vello. ¿A ti no? ¡MENTIRA!

*Johnny Depp queda excluido de la lista porque venía en pack indivisible con Tim Burton

Como sabemos que es una decisión difícil, os daremos una semana para aclarar vuestras ideas y expresar libremente vuestra opinión. No aceptaremos sobornos por candidato alguno; o, al menos, sobornos que no nos gusten.

¡UAU! ¿No hace calor aquí?

No obstante, hasta que tengamos los resultados – que serán, por supuesto, certificados ante notario – seguiremos con el tercer capítulo que, dentro de ser mortalmente aburrido y estar lleno de largos dedos (verídico, plagado), cuenta con un final que no tiene desperdicio.  Y no, tampoco hay sexo.

En entregas anteriores, por si no recordáis, Anastasia tiene un lado perruno y trabaja en una tienda tipo Leroy Merlín ©. Además, descubrimos que, para nuestra amada protagonista, salir a la calle es una agonía, ya que nadie puede evitar caer enamorado de ella y se ve forzada a rechazar amantes potenciales mientras llora sobre sus libros. Sin embargo, todo cambia cuando el siniestro, que no misterioso, Christian ha decidido ir a comprar utensilios de bricolaje sólo para verla jadear y mirarle el culo entre estantes ¿romántico, verdad?

Esta tercera parte empieza sin defraudar a nadie: vuelve a decaer desde el principio, comenzando con una conversación telefónica entre Kate y Ana, tan interesante como leer la etiqueta de un champú. Lo único que nos seca la boca es que Anastasia es una hater (que, en traducción libre calificaremos como “malota”) que habla en horario de trabajo aunque, como sabéis, todo se le perdona porque el hijo del dueño quiere una cita con ella. Éste, cómo no, vuelve a pedirle salir por decimonovena vez en un lapso de dos páginas para terminar convenientemente rechazado; lo que indica que Anastasia es una mujer que sabe lo que quiere y lo que no y se reserva virgen para Grey porque es muy bonito que él sea su primer y único hombre aunque tenga claros problemas psicológicos.
Dicha charla entre amigas culmina con una idea tan esperpéntica como nuestra encuesta: hacerle una sesión de fotos al hombre que siempre viste con camisa de lino y vaqueros o pantalones grises. (¿Os imagináis el armario de Grey lleno de camisetas y pantalones iguales? ¿Será un dibujo animado? ¿Tendríamos que haber incluido a Bart Simpson bajo Pipi Estrada?)

La famosa sesión es, sin lugar a dudas, la típica excusa de la autora para juntar forzosamente a todos los personajes en una misma habitación y empezar a crear un triángulo amoroso resuelto antes de haberse producido. ¿Por qué? ¿ES QUE NO HABÉIS APRENDIDO NADA EN ESTAS TRES ENTRADAS QUE LLEVAMOS? Porque Grey siempre gana, porque es el protagonista y porque tiene los dedos largos, las piernas largas (las tres)… y parad de contar. Que aunque a la protagonista le gusten los héroes literarios estilo Darcy, va a optar por dejar de lado todas sus creencias e ideales por un macho con rasgos de perfecto psicópata; algo de lo que es consciente en breves y esperanzadores momentos de lucidez que desaparecen más rápido que la pizza de anoche de la nevera tras una noche de fiesta.

Por supuesto, en toda la conversación no falta un trepidante UAU  pensado por nuestra protagonista que, al igual que con su padre, también se comunica consigo misma en aullidos.
Miramos el casting de Teen Wolf por si algún personaje se llama Anastasia Steele. Búsqueda infructuosa.  


Pero Ana no solamente es prima hermana de Colmillo blanco, sino que padece un serio trastorno del que nadie debería burlarse (a no ser que habléis de la protagonista de esta novela. Entonces sí, burlaos sin piedad): el autismo. E. L. nunca lo deja explícitamente claro a lo largo de la lectura, pero las mentes despiertas hemos conseguido descifrarlo gracias a una cita tan aséptica que no tiene parangón:
“Me abrazo a mí misma con silenciosa alegría y giro a derecha a izquierda”.
Desde aquí proponemos una quedada multitudinaria para mostrar nuestro apoyo a Ana Steele haciendo la croqueta por una ladera. Pero sólo para los que voten en la encuesta, a ver si os vais a creer que quedamos con cualquiera.

A continuación, siguiendo con la lectura, nos topamos de frente y sin frenos con otra llamada telefónica de la que no podemos huir; esta vez, entre nuestros protagonistas. Aunque dicha llamada sea aburrida hasta el punto de querer cerrar el libro y no verlo nunca más, es mejor que el intercambio de mails que se producirá en capítulos posteriores, creednos.  Toda ella se resume en un despliegue de habilidades dignas de sentido arácnido entre Grey y enamorada de Grey en una encarnizada competición que ella gana por goleada. Mientras que el primero consigue sacar, sorprendentemente, algo en claro cuando ella se pasa la charla entera jadeando, temblando y con la respiración cortada; ella le supera oyendo su sonrisa – sí, oyendo su sonrisa. Oyéndola. La sonrisa. Oír una sonrisa. Es que la oye mientras jadea. De verdad, que es que lo pone y todo ¿Dónde está Iker Jiménez cuando se le necesita? – o viendo el destello de sus ojos al otro lado de la línea.

No obstante, por si no os habíais enterado, E. L. es una mujer de frases épicas, y nos lo vuelve a demostrar con una cita que nos deja temblando, sin aliento y nos ruboriza:
“Parezco una cría, no una mujer adulta que puede votar y beber alcohol en el estado de Washington”.
Nueva enseñanza Esopo ft. E. L.: todo el mundo sabe que votar, botar y beber alcohol te convierte automáticamente en una persona adulta. Pero una como Anastasia, otro de los efectos nocivos del alcohol. Proponemos al Ministerio que el próximo anuncio en el que se intente concienciar a los jóvenes sobre el abuso de sustancias nocivas, solamente muestren esta cita y su autora. Y no os olvidéis de la foto de Grey en el salpicadero. ¿Es que no veis que 50 Sombras os está salvando la vida?

Como esto va para largo, os evitaremos el comentario de la tortura que supone leer una sesión de fotos tan aburrida y sobrante, que se resume en una serie de miradas de Ana a su objeto de deseo – que también tiene las piernas largas, por si no ha quedado claro. A lo mejor deberíamos incluir también a Romay en la encuesta – con el que se dedica a soñar por las noches, descrita con frases elaboradas por una criatura que hemos catalogado como mitad redactora de Súper Pop, mitad guionista de anuncio de Loewe: “está alucinantemente bueno” o “le estrecho la mano mientras parpadeo repetidamente” son sólo unos ejemplos.
Ni que decir tiene que seguimos siendo personas con curiosidad científica; así que, al igual que la coleta con los ojos en blanco, intentamos darnos la mano entre nosotros, parpadeando como si estuviéramos en una discoteca colocados de éxtasis hasta las cejas y jadeando para darle más efecto al asunto. El único resultado que conseguimos es una migraña de tres días y problemas de coordinación.
Pero nuestra autora favorita no se queda ahí, sino que se atreve a lanzar una segunda enseñanza con un calado tal que ni las del mismísimo Sócrates: si tus padres tienen dinero y has ido a los mejores colegios privados, serás una persona segura de ti misma.

Y ya, cuando pensamos que la cosa no puede más que ir a peor ¡LLEGA EL PUNTO ÁLGIDO DEL CAPÍTULO! La cita para tomar un café entre Grey y Anastasia que emocionó a Spielberg… porque prácticamente es una entrevista de trabajo salpicada con más frases de Súper Pop y promoción de la marca favorita de té de Anastasia, la cual todas las adolescentes beberán de forma empedernida, aunque una bolsa les pueda costar más que una cápsula de las de George Clooney. Ejemplos:
"Un dólar por sus pensamientos"

 - Muy bien, un té negro ¿Dulce?  
Me quedo un segundo perpleja, pensando que se refiere a mí, pero por suerte aparece mi subconsciente frunciendo los labios. No, tonta… que si lo quieres con azúcar.
Pensamientos de una mujer adulta que puede beber y votar.  ¿De verdad que el traductor no quiso escribir botar?

Sin embargo, la revelación que os va a dejar la boca aséptica a todos es cuando Mr. Fingers, tras preguntarle a la protagonista por toda su vida e interesarse descaradamente por la parte más sentimental, confiesa que él…

NO

TIENE

NOVIAS

De lo que una persona normal podría deducir que es monógamo o de rollos, y lo que podría derivar en una conversación un tanto trascendental sobre los motivos que le impulsan entonces a acercarse a ella y dejar de marearla como si tuviera quince años, se transforma en un acto tan maduro como digno de votar y beber: Anastasia se lanza a la carretera como un cervatillo herido… y casi es atropellada.

Por una bicicleta.




Una bicicleta a toda velocidad.




UAU.




A puntico de romperse una pierna.

Sin embargo, nuestra mente despierta ha sacado un levísimo parecido con esta escena.


¿A que mola la expresividad de Kristen?

¡Pero no, hay diferencias! Esta vez él no sale por patas como un casto vampiro del siglo chupicientos, sino que la abraza para crear el tan esperado momento de tensión sexual que ha salido de la nada; y solamente por esa escena forzada, haremos el honor a E. L. de escribir nuestra última parte como a ella le gusta: con miles de puntos.

Anastasia inhala profundamente su aroma “limpio y saludable”.  Deducimos que Grey tenía todo planeado. Seguramente se había pasado un ambientador. Por el pecho. Pero si creéis que no podéis jadear más ¡cuidado! Porque la tensión sexual crece. Se miran durante un instante eterno... cortinilla de estrellas y… fundido en negro.



Continuará

viernes, 9 de agosto de 2013

Capítulo 2: Donde dije UAU digo GUAU GUAU

Bienvenidos a la segunda entrega de nuestra tortura particular, llena de diálogos, párrafos y personajes sobrantes e insulsos (protagonistas incluidos) con la que procuraremos deleitaros en la medida de lo posible.

Sin embargo, antes de empezar con el segundo capítulo – en el que NO hay sexo – nos vemos en la obligación de hablaros de la existencia de otro libro que presume de ser otra versión sexual de Crepúsculo, de la cual nos enteramos hace un par de días. 
La joya en cuestión se llama Beautiful Bastard (traducido en España como: un tipo odioso) y, sorprendentemente, no constituye el principio de una trilogía en sí, sino que al libro 1 le sigue el libro 1.5 y sucesivos. Como habréis deducido, este sistema de numeración  es una clara referencia a un trauma infantil ¿Quién no recuerda la típica frase de padres: “voy a contar hasta 3 ¿eh? Uno, uno y medio, uno y tres cuartos…”?

Teniendo en cuenta que nosotros con el primero de Grey hemos tenido bastante literatura erótica para todo un siglo; desde aquí, sólo nos corresponde daros nuestro más sentido pésame en caso de que os hayan regalado esta nueva novela por vuestro cumpleaños.

Dicho esto, sólo nos queda hablar largo y tendido de la continuación de la trepidante y nada predecible historia de amor- (con banda sonora de S&M de Rihanna) entre Grey – alias: Reed Richards; es decir, el Señor Elástico de Los Cuatro Fantásticos, por aquello de los dedos, ya sabéis – y Anastasia Swan Steele. En resumidas cuentas podríamos decir que este capítulo confirma aquello de que segundas partes nunca fueron buenas,  sobre todo si tenemos en cuenta que una de las primeras revelaciones de la nueva entrega es que el aire tonifica.

Para poneros en antecedentes, en el capítulo anterior, Anastasia se tuvo que hacer una coleta. Posteriormente, y en un completo segundo plano en lo que a la trama se refiere, nos encontramos con su entrevista a un súper-mega-ultra-famoso-empresario Christian Grey al que, casualmente, ni ella conocía. Para nuestra sorpresa, éste resultó ser un tipo aséptico, rodeado de cosas grandes, largos dedos y sin corazón; justo el prototipo de chico que toda mujer espera cambiar. Ni que decir tiene que, gracias a él, Anastasia tiene su despertar hormonal a los veintiún años.

Advertencia: Primera página del segundo capítulo y sigue sin haber sexo.

La parte positiva de este segundo capítulo es que no nos hace falta leer mucho para volver a darnos cuenta de que la mitad de él sobra desde el principio. Todo comienza sufriendo el viaje en coche de Anastasia hasta su casa. No obstante, no os confundáis, porque asistimos a unos párrafos llenos de interesantes reflexiones, destacando que Grey tiene todo el derecho del mundo a ser arrogante porque ha conseguido grandes cosas siendo joven. Ojo, basándose únicamente en esta enseñanza, Esopo haría unas tres fábulas con una acertada moraleja final: la modestia, la humildad y la educación son para los fracasados que no han llegado a montar un imperio de la nada antes de los treinta años (consejo patrocinado por E. L. James).
Asimismo, nuestra protagonista, en un derroche de personalidad, nos revela que conduce despacio porque Dedos Largos le ha advertido que debe conducir con cuidado. Esto no sería muy preocupante si no tuviéramos en cuenta que Ana ha olvidado tomarse la medicación, lo que provoca que escuche la voz de Grey advirtiéndole sobre los peligros de la carretera durante unos kilómetros. De todo ello se desprende, claramente, un consejo para la DGT: lo que verdaderamente disminuye el número de accidentes es llevar una foto de Grey en el salpicadero.

Sin embargo, no podemos dejarnos engañar por el inicio de este trocito de unas veinte páginas, ya que este nuevo capítulo nos desvela puntos verdaderamente importantes en la trama, sin los que nada tendría sentido.
En primer lugar, a lo largo de la lectura nos encontramos con la difícil doble vida de la señorita Steele. Por las mañanas, es una universitaria aplicada, pero por las tardes… trabaja en una ferretería, donde pone a prueba su sentido arácnido reponiendo estanterías, organizando el catálogo o realizando el inventario (todo ello nombrado por la propia autora, asegurándose, en un gesto cargado de amabilidad, de que no perdemos ripio de la rutina de un verdadero currante). 
Además descubrimos que todo son desgracias para esta chica: el hijo de los dueños, un tal Paul, como cabía esperar, está enamorado de ella; aunque haya sido rechazado por la susodicha unas sesenta y tres veces, no se vean más de tres ocasiones al año y ni siquiera tengan tema de conversación. Pero, eh, tienen algo muy importante en común: él también dice UAU.

Se nos seca la boca.

Pero ¿acaso creéis que es su único pretendiente? ¿O es que no recordáis que si algo animaba un poco La saga Crepúsculo, era el supuesto triángulo amoroso entre Bella, Edward y… ¡Jacob!? En esta obra no podía faltar, aunque es un tanto escurridizo y se camufla muy sutilmente bajo el nombre de José. Sólo si uno está verdaderamente atento es capaz de descubrirlo. Sí, ya, es física y psicológicamente clavado al hombre lobo de la saga vampírica, pero por lo demás, no tiene nada que ver con él. José es fotógrafo y Jacob no. 

Asimismo, conocemos al padre de Bella Ana, que no es su padre (sino el marido número x de su madre), pero la trata como una hija, recordándonos a uno de los personajes más famosos de La Biblia que también se hizo cargo de un vástago que no era suyo. ¡Premio! Nos referimos a José. No José-Jacob, el padre de Anastasia no hace fotos, sino que es un gran carpintero y mitad pastor alemán; ya que, según la propia protagonista, las conversaciones telefónicas con el padre se basan en un intercambio de gruñidos. Todo ello queda patente después, cuando ella misma se dedica exclusivamente a jadear cada dos por tres cuando ve a su amado Christian.
Por otro lado, y aún no sabemos si se encuentra en relación con su lado perruno, hallamos que Anastasia tiene muy en cuenta “un oscuro lugar al fondo de su cerebro” que, posteriormente, se sitúa por debajo del bulbo raquídeo, cerca de donde habita su subconsciente, quien, por supuesto, es una mujer a la que, de momento, hemos catalogado como la diosa que lleva dentro, pero versión de los chinos.

La acción se desarrolla verdaderamente cuando llegamos al inesperado reencuentro de Grey y Anastasia en la famosa ferretería en la que, casualmente, el mega-empresario que cuenta con cientos de becarios y demás personal, se ha personado para comprar un montón de cuerdas, bridas para cables y otros instrumentos que, apostamos fuertemente, servirán para hacer gozar a nuestra insulsa protagonista en próximas entregas (aunque es difícil imaginarlo en una historia tan impredecible como ésta). 
La escena se desarrolla más o menos como la entrevista, Ana anula su poca personalidad frente a él quien, por supuesto, lleva totalmente el peso de la conversación que desemboca ¡cómo no! en el gusto de nuestra protagonista por los clásicos y su pasión por los galanes de Jane Austen, quienes armarían su 15-M particular si descubrieran en algún momento que se les ha comparado con un psicópata primario como el señor Dedos Largos.
Obviamente, no podía faltar, además, la escena con banda sonora de El hombre y la Tierra (http://www.youtube.com/watch?v=MlXg0Zxx01I) en la que Paul y Grey se disputan silenciosamente el cervatillo Steele. Nosotros esperábamos que, en un  libro erótico de esta índole, el ganador se decidiría sacando los penes y un metro para comprobar quién contaba con la pértiga más larga. Sin embargo, todo se reduce a un duelo de miradas que, por supuesto, gana Christian Cullen.

Finalmente, no podemos despedirnos sin recalcar ciertos detalles trepidantes, asépticos y tonificantes que nos hacen aullar uau a la luz de la luna, como que Christian tiene unas cejas bastante bonitas y una voz que sólo puede describirse con la cita utilizada en la propia novela y que nadie puede atreverse a comentar sin sufrir un ictus:
“Su voz es cálida y ronca como un bombón de chocolate y caramelo… o algo así”
Uau.

Cela acaba de salir de su tumba blandiendo un hacha.



sábado, 3 de agosto de 2013

Capítulo 1: LA ELEGANCIA DE LO ASÉPTICO


Si creíamos que leer 50 Sombras iba a ser un calvario, haber leído el primer capítulo no ha hecho más que confirmar nuestras sospechas. La verdad es que esperábamos que, en cierto modo, el libro nos sorprendiera, que no fuera tan malo como revela la crítica; pero, una vez más, hemos descubierto que tener fe está sobrevalorado.


Para que os hagáis una idea, en cuanto abrimos esta obra, que destila por todos los poros ser el manifiesto de una crisis de mediana edad (E. L. será mala escritora, pero no mentirosa), nos encontramos con una protagonista insulsa llamada Anastasia Steele que calca, en el 99% de aspectos de su vida, a otra protagonista insulsa de renombre en la que, se supone, solamente está basada: Bella Swan. (Última hora: aún no se ha confirmado si, en la película, Ana aparecerá abrazando a un cactus en la primera escena).
Como recordaréis – y, si no, os ponemos en antecedentes [OJO, SPOILJAJAJAJAJ] – Bella era la protagonista de Crepúsculo: una adolescente, hija de padres divorciados, que se sacrifica por la felicidad de su madre dejando atrás una vida de la que, sorprendentemente, no conserva ni un solo amigo. Torpe, desaliñada y con una conversación bastante pobre, la muchacha consigue ganarse por arte de magia a toda la ciudad de Forks (un lugar soso y aburrido que refleja totalmente la personalidad de la protagonista) incluido el corazón del vampiro más guapo de todos los tiempos (del montón y dando gracias, en su adaptación cinematográfica), Edward Cullen. Sobra decir lo peligroso de su amor y que, por supuesto, todo acaba en un “vivieron felices y le chuparon la sangre a las perdices” que ha recaudado millones por todo el mundo gracias, sobre todo, a cuatro películas en las que reina la expresividad facial.

Sin embargo, la novela de E. L. James parece mucho más profunda desde la primera frase. ¡Advertencia! Al. Principio. Resulta. Difícil. Adaptarse. A. Las. Oraciones. Escritas. En. Primera. Persona. Y. Llenas. De. Puntos. Y es que, aunque Wikipedia no lo incluya en su biografía, parece ser que E. L. desconoce la magia de las conjunciones. Aún así, poco a poco nos enteramos de la vida de la susodicha Anastasia, una pobre universitaria sumida en un halo de drama, presa de una crisis existencial: tiene el pelo hecho una mierda y tiene que hacerse una coleta mientras pone los ojos en blanco
En un afán de curiosidad científica, nos vemos obligados a poner en práctica su técnica para demostrar que las cosas que le pasan a esta chica pueden sucedernos a cualquiera de nosotros. Como resultado, nos hacemos un nuevo piercing en el párpado, en forma de púa de peine; el lado positivo es que conseguimos salvar el sentido de la vista.

Primera página y no ha habido sexo. Descorazonador, traumático, no cuadra con nuestras expectativas. Nos planteamos abandonar la lectura definitivamente.

Para no hacer esta tortura más larga de lo necesario, sólo mencionaremos los detalles más importantes de lo que se denomina “trama”: Ana se ve obligada a entrevistar a un multimillonario del que ni siquiera se informa, en sustitución de su amiga Kate, quien ha pillado el señor de los resfriados en un solo día, sin incubación previa, siguiendo una estrategia deliberada para que nuestra protagonista no estudie. Si tu pensamiento es que a partir de ahí la cosa no puede más que mejorar, te equivocas. Sé bienvenido a una sucesión de diálogos impactantes, como “¿Ibuprofeno o Paracetamol?” y publicidad subliminal de Mercedes, hasta llegar al edificio del señor Grey, habitado por el personal rubio y despampanante con el que cuenta cualquier empresa real y tropecientas estancias que Anastasia – quien se supone a punto de graduarse en Literatura  – en una cruzada contra los sinónimos, muy semejante a la de su creadora, define repetidas veces con la palabra aséptico.
A partir de ahí, todo es un continuo de nuestra protagonista dando tumbos por el gran edificio (por si alguno no se ha enterado, el libro está formado por un sinfín de insinuaciones, tan sutiles como los signos de juventud en la Duquesa de Alba, acerca de que Grey todo lo tiene grande), “uaus” (su segunda palabra aséptica y favorita) y “no-encajo-aquí-pero-estoy-orgullosa-de-ser-una-chica-normal-con-graves-problemas-de-autoestima” sazonados con “yo es que soy súper lectora y asocial”. 
Lo único interesante es la aparición estrella y fugaz del típico amigo negro del jefe, el claro reflejo de que Grey cumple una política de contratación sin discriminación, al que nos gusta imaginar hablando al más puro Goyo Jiménez en “eh, Peggy Sue ¿quieres ir al baile conmigo?” (http://www.youtube.com/watch?v=p61O9EKL2Vw minuto 6:30).

Finalmente, llegamos al momento álgido: la entrevista llena de tensión sexual entre Grey y Anastasia, en la que descubrimos los tres pilares fundamentales de esta obra. Primero, Grey tiene dedos y muy, muy largos (sobre todo el índice, según repite tres veces la autora), cuenta la leyenda que es capaz tocar el extremo más alto de la Torre Eiffel desde su misma base. Segundo, Anastasia parpadea constantemente al ritmo de los latidos de su corazón, por lo que ve la vida en fotogramas muy seguidos. Tercero, nuestra protagonista presenta un sentido arácnido que deja a Spiderman en calzoncillos, ya que es capaz de contar los 36 cuadros de una sala en un único vistazo entre parpadeo y parpadeo.

Por lo demás, la escena es muy aséptica, llena de dobles sentidos que harán soltar alguna que otra risilla de quinceañera a cualquiera que también se encuentre en su crisis de mediana edad; con una Ana que derrocha Eau de falta de personalidad por todos los poros y un señor Grey que afirma por activa y por pasiva que no es gay y que le encantan el poder y la dominación.

Sin embargo, merecen especial mención dos citas muy casuales que emocionarían al mismísimo Spielberg y con las que terminamos de comentar nuestra primera inmersión:

(En referencia a unos cuadros) Son muy bonitos. Elevan lo cotidiano a la categoría de extraordinario.
Es posible. Aunque algunos dirían que no tengo corazón
- ¿Por qué dirían algo así? 
- Porque me conocen bien. – Me contesta con una sonrisa irónica


Uau. Se nos seca la boca. Parpadeamos al ritmo del sonido que hacen nuestros dedos al teclear. E. L. casi consigue que nos traguemos que Grey es un personaje misterioso y no el psicópata en potencia que tiene toda la pinta de ser, únicamente por lo que revela a lo largo de este capítulo.


Lo mejor: sólo es necesario leer las tres primeras páginas para hacerse una impresión general del libro.
Lo peor: si has comprado el primer volumen – o, para tu desgracia, la trilogía entera -.