Bienvenidos a una nueva entrega de nuestro trauma
particular. Si vosotros tenéis la impresión de que esto no va a acabarse nunca
¡tranquilos! Nosotros la sentimos multiplicada por mil.
¡Pero no os preocupéis, porque seguimos vivos! Después de
nuestro periodo de retiro, hemos venido con una idea que va a hacer que se os
seque la boca. De hecho, se nos ha secado a nosotros.
Hemos bebido agua. Era un problema de hidratación.
Nuestra idea rocambolesca es ¡una encuesta! Y es que,
devanándonos los sesos, hemos llegado a la conclusión de que la lectura se nos y os hará más amena si todos nos imaginamos a un Señor Dedos Largos, sí, pero al mismo dedos largos. Así que os
proponemos que participéis en nuestro sondeo (situado en la columna de la derecha, en el que sólo hay que hacer
click) y elijáis a uno de nuestros sex-symbols con el que deleitar nuestra imaginación. Porque nos debemos a
vosotros, a nuestro público y a nuestro futuro Pulitzer. Los candidatos, que tan difícilmente hemos escogido son:
- El Fary resucitado: ¿no creéis que sería el candidato perfecto para 50 Sombras, el musical que eclipsó a ABBA? Con su frescura, su talento y su fama ya adquirida tras años en el panorama musical, Broadway se le quedaría pequeño en dos semanas. ¡Un éxito de ventas asegurado con un toque español! (¿Y es que quién no ha imaginado sus relaciones sexuales al ritmo de “ay torito, ay torito guapo”?)
- Hugh Jackman: porque Hugh hace bien
cualquier tipo de papel y ha mostrado ser un actor
que está buenísimo para público de todas las edadesde lo más versátil. Lo mismo hace de musculoso en películas de acción, que de musculoso en películas sobre aborígenes, que de padrazo musculoso en musicales. - Roberto Pattattinson: aunque no nos hemos fijado en la longitud de sus dedos, no podía faltar en esta lista. No sé si os habéis fijado, pero Gris se parece sospechosamente a él en algunas cosas; no obstante aún no sabemos si va a casa de Anastasia a verla dormir. Que no os frene el problema de que brille a la luz del sol, hemos hablado con expertos y se podría eliminar con efectos especiales.
- Bertín Osborne: ¿quién no ha pensado en un verdadero macho ibérico al imaginarse al señor Sombras? ¿Y qué mejor ejemplo de macho que Bertín? ¡Ya basta de producto yanqui! Queremos realismo y queremos un truhán que le pueda calentar la oreja a Anastasia con una buena ranchera de vez en cuando.
- Pipi Estrada: otro señor de los pies a la cabeza, como el anterior. Éste, además, se encuentra realmente metido en la industria del porno, lo que le da puntos para la interpretación. Sólo ver su penetrante mirada en la imagen de los candidatos, hace que se nos erice el vello. ¿A ti no? ¡MENTIRA!
*Johnny Depp queda excluido de la lista porque venía en pack indivisible con Tim Burton
Como sabemos que es una decisión difícil, os daremos una
semana para aclarar vuestras ideas y expresar libremente vuestra opinión. No
aceptaremos sobornos por candidato alguno; o, al menos, sobornos que no nos
gusten.
¡UAU! ¿No hace calor aquí? |
No obstante, hasta que tengamos los resultados – que serán,
por supuesto, certificados ante notario – seguiremos con el tercer capítulo
que, dentro de ser mortalmente aburrido y estar lleno de largos dedos
(verídico, plagado), cuenta con un final que no tiene desperdicio. Y no, tampoco hay sexo.
En entregas anteriores, por si no recordáis, Anastasia tiene
un lado perruno y trabaja en una tienda tipo Leroy Merlín ©. Además,
descubrimos que, para nuestra amada protagonista, salir a la calle es una
agonía, ya que nadie puede evitar caer enamorado de ella y se ve forzada a
rechazar amantes potenciales mientras llora sobre sus libros. Sin embargo, todo
cambia cuando el siniestro, que no misterioso, Christian ha decidido ir a
comprar utensilios de bricolaje sólo para verla jadear y mirarle el culo entre
estantes ¿romántico, verdad?
Esta tercera parte empieza sin defraudar a nadie: vuelve a
decaer desde el principio, comenzando con una conversación telefónica entre
Kate y Ana, tan interesante como leer la etiqueta de un champú. Lo único que nos
seca la boca es que Anastasia es una hater
(que, en traducción libre calificaremos como “malota”) que habla en horario de
trabajo aunque, como sabéis, todo se le perdona porque el hijo del dueño quiere
una cita con ella. Éste, cómo no, vuelve a pedirle salir por decimonovena vez en un lapso de dos
páginas para terminar convenientemente rechazado; lo que indica que Anastasia
es una mujer que sabe lo que quiere y lo que no y se reserva virgen para Grey
porque es muy bonito que él sea su primer y único hombre aunque tenga claros problemas
psicológicos.
Dicha charla entre amigas culmina con una idea tan esperpéntica
como nuestra encuesta: hacerle una sesión de fotos al hombre que siempre viste con
camisa de lino y vaqueros o pantalones grises. (¿Os imagináis el armario de
Grey lleno de camisetas y pantalones iguales? ¿Será un dibujo animado? ¿Tendríamos
que haber incluido a Bart Simpson bajo Pipi Estrada?)
La famosa sesión es, sin lugar a dudas, la típica excusa de
la autora para juntar forzosamente a todos los personajes en una misma
habitación y empezar a crear un triángulo amoroso resuelto antes de haberse
producido. ¿Por qué? ¿ES QUE NO HABÉIS APRENDIDO NADA EN ESTAS TRES ENTRADAS
QUE LLEVAMOS? Porque Grey siempre gana, porque es el protagonista y porque
tiene los dedos largos, las piernas largas (las tres)… y parad de contar. Que
aunque a la protagonista le gusten los héroes literarios estilo Darcy, va a
optar por dejar de lado todas sus creencias e ideales por un macho con rasgos
de perfecto psicópata; algo de lo que es consciente en breves y esperanzadores
momentos de lucidez que desaparecen más rápido que la pizza de anoche de la
nevera tras una noche de fiesta.
Por supuesto, en toda la conversación no falta un trepidante
UAU pensado por nuestra protagonista
que, al igual que con su padre, también se comunica consigo misma en aullidos.
Miramos el casting de Teen Wolf por si algún personaje se
llama Anastasia Steele. Búsqueda infructuosa.
Pero Ana no solamente es prima hermana de Colmillo blanco,
sino que padece un serio trastorno del que nadie debería burlarse (a no ser que
habléis de la protagonista de esta novela. Entonces sí, burlaos sin piedad): el
autismo. E. L. nunca lo deja explícitamente claro a lo largo de la lectura,
pero las mentes despiertas hemos conseguido descifrarlo gracias a una cita tan
aséptica que no tiene parangón:
“Me abrazo a mí misma con silenciosa alegría y giro a derecha a izquierda”.
Desde aquí proponemos una quedada multitudinaria para mostrar
nuestro apoyo a Ana Steele haciendo la croqueta por una ladera. Pero sólo para
los que voten en la encuesta, a ver si os vais a creer que quedamos con
cualquiera.
A continuación, siguiendo con la lectura, nos topamos de
frente y sin frenos con otra llamada telefónica de la que no podemos huir; esta
vez, entre nuestros protagonistas. Aunque dicha llamada sea aburrida hasta el
punto de querer cerrar el libro y no verlo nunca más, es mejor que el
intercambio de mails que se producirá en capítulos posteriores, creednos. Toda ella se resume en un despliegue de
habilidades dignas de sentido arácnido entre Grey y enamorada de Grey en una
encarnizada competición que ella gana por goleada. Mientras que el primero
consigue sacar, sorprendentemente, algo en claro cuando ella se pasa la charla
entera jadeando, temblando y con la respiración cortada; ella le supera oyendo
su sonrisa – sí, oyendo su sonrisa. Oyéndola. La sonrisa. Oír una sonrisa. Es que
la oye mientras jadea. De verdad, que es que lo pone y todo ¿Dónde está Iker Jiménez cuando se le necesita? – o viendo
el destello de sus ojos al otro lado de la línea.
No obstante, por si no os habíais enterado, E. L. es una mujer de
frases épicas, y nos lo vuelve a demostrar con una cita que nos deja temblando,
sin aliento y nos ruboriza:
“Parezco una cría, no una mujer adulta que puede votar y beber alcohol en el estado de Washington”.
Nueva enseñanza Esopo
ft. E. L.: todo el mundo sabe que votar, botar y beber alcohol te convierte
automáticamente en una persona adulta. Pero una como Anastasia, otro de los efectos
nocivos del alcohol. Proponemos al Ministerio que el próximo anuncio en el que
se intente concienciar a los jóvenes sobre el abuso de sustancias nocivas,
solamente muestren esta cita y su autora. Y no os olvidéis de la foto de Grey
en el salpicadero. ¿Es que no veis que 50
Sombras os está salvando la vida?
Como esto va para largo, os evitaremos el comentario de la tortura que supone leer
una sesión de fotos tan aburrida y sobrante, que se resume en una serie de miradas
de Ana a su objeto de deseo – que también tiene las piernas largas, por si no
ha quedado claro. A lo mejor deberíamos incluir también a Romay en la encuesta –
con el que se dedica a soñar por las noches, descrita con frases elaboradas por
una criatura que hemos catalogado como mitad redactora de Súper Pop, mitad
guionista de anuncio de Loewe: “está alucinantemente bueno” o “le estrecho la
mano mientras parpadeo repetidamente” son sólo unos ejemplos.
Ni que decir tiene que seguimos siendo personas con
curiosidad científica; así que, al igual que la coleta con los ojos en blanco,
intentamos darnos la mano entre nosotros, parpadeando como si estuviéramos en
una discoteca colocados de éxtasis hasta las cejas y jadeando para darle más efecto
al asunto. El único resultado que conseguimos es una migraña de tres días y
problemas de coordinación.
Pero nuestra autora favorita no se queda ahí, sino que se
atreve a lanzar una segunda enseñanza con un calado tal que ni las del
mismísimo Sócrates: si tus padres tienen dinero y has ido a los mejores
colegios privados, serás una persona segura de ti misma.
Y ya, cuando pensamos que la cosa no puede más que ir a peor
¡LLEGA EL PUNTO ÁLGIDO DEL CAPÍTULO! La cita para tomar un café entre Grey y
Anastasia que emocionó a Spielberg… porque prácticamente es una entrevista de
trabajo salpicada con más frases de Súper Pop y promoción de la marca favorita
de té de Anastasia, la cual todas las adolescentes beberán de forma
empedernida, aunque una bolsa les pueda costar más que una cápsula de las de
George Clooney. Ejemplos:
"Un dólar por sus pensamientos"
- Muy bien, un té negro ¿Dulce?
Me quedo un segundo perpleja, pensando que se refiere a mí, pero por suerte aparece mi subconsciente frunciendo los labios. No, tonta… que si lo quieres con azúcar.
Pensamientos de una mujer adulta que puede beber y votar. ¿De verdad que el traductor no quiso escribir
botar?
Sin embargo, la revelación que os va a dejar la boca
aséptica a todos es cuando Mr. Fingers, tras preguntarle a la protagonista por toda
su vida e interesarse descaradamente por la parte más sentimental, confiesa que
él…
NO
TIENE
NOVIAS
De lo que una persona normal podría deducir que es monógamo
o de rollos, y lo que podría derivar
en una conversación un tanto trascendental sobre los motivos que le impulsan
entonces a acercarse a ella y dejar de marearla como si tuviera quince años, se
transforma en un acto tan maduro como digno de votar y beber: Anastasia se
lanza a la carretera como un cervatillo herido… y casi es atropellada.
Por una bicicleta.
Una bicicleta a toda velocidad.
UAU.
A puntico de romperse una pierna.
Sin embargo, nuestra mente despierta ha sacado un levísimo parecido con esta escena.
¿A que mola la expresividad de Kristen?
¡Pero no, hay diferencias! Esta vez él no sale por patas como un casto vampiro del siglo
chupicientos, sino que la abraza para crear el tan esperado momento de tensión
sexual que ha salido de la nada; y solamente por esa escena forzada, haremos el
honor a E. L. de escribir nuestra última parte como a ella le gusta: con miles
de puntos.
Anastasia inhala profundamente su aroma “limpio y saludable”. Deducimos que Grey tenía todo planeado. Seguramente se
había pasado un ambientador. Por el pecho. Pero si creéis que no podéis jadear
más ¡cuidado! Porque la tensión sexual crece. Se miran durante un instante
eterno... cortinilla de estrellas y… fundido en negro.
Continuará
Ains, yo os juro que el momento de El Trauma Grey, es uno de los mejores momentos del día. Me desorino xDDDD
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